Sinopsis
Los conceptos de educación y, por supuesto, de educación lectora han de pensarse de forma más global, ampliando y diversificando los contextos educativos, sociales y culturales en los distintos lugares donde se producen. El papel potenciador y las limitaciones de la escuela en relación con los procesos de educación lectora y de la creación de hábitos lectores, han de complementarse con el trabajo realizado por otras entidades e instituciones, como la familia, las bibliotecas, las asociaciones culturales y otras organizaciones cívicas y sociales, cuyos objetivos se centran en promocionar la lectura y formar lectores con estrategias enfocadas a motivar el placer de leer.
Sabemos que es muy difícil llegar a adquirir el hábito lector, o conseguir el gusto por la lectura, si esta se utiliza exclusiva y frecuentemente para realizar tareas y trabajos curriculares. Sin embargo, sabemos también que la lectura es ya en sí misma un medio para tener acceso al saber, capaz de modificar y de mejorar nuestro destino escolar, profesional y social.
Sin duda, este libro apoya el concepto positivo de aprender leyendo. Si leemos de manera comprensiva, por el simple hecho de leer, aprendemos, y lo hacemos sin un proceso consciente y reglado de enseñanza-aprendizaje. Cuando se lee por placer también estamos inmersos en un proceso de aprendizaje, porque la lectura es una espléndida posibilidad de hacernos preguntas sobre nuestras percepciones, para darnos la opción de reflexionar y de cambiar nuestras actitudes y, posiblemente, nuestras conductas; lo cual no es otra cosa que educarnos.