CUANDO CASTILLA LA MANCHA ERA ALANDALUS

CUANDO CASTILLA LA MANCHA ERA ALANDALUS

01-05-2011
BIBLIOTECA AÑIL
50
9788493851019
176
CASTELLANO
CASTILLA-LA MANCHA, COMUNIDAD AUTONOMA DE
LENGUAJE: HISTORIA Y OBRAS GENERALES
SEMANTICA Y PRAGMATICA
HISTORIA DE EUROPA
agotado
PVP
18.00

Sinopsis

Esta obra se concibe como una serie de calas sobre la geografía toponímica de Castilla-La Mancha desde la perspectiva de las fuentes árabes. Su marco es, pues, la territorialidad de al-Andalus en las hoy nombradas tierras castellano-manchegas. Todos sus espacios provinciales se hallan representados: Toledo, por dos veces; la vasta extensión de Ciudad Real; Cuenca capital que vale por sí sola; la Guadalajara serrana y alcarreña y los llanos de Albacete donde se levanta la multisecular Chinchilla. La mayoría de los trabajos aquí reunidos (los relativos a Toledo, Guadalajara y Cuenca) se insertan en los límites superiores de la Frontera o Marca Media de al-Andalus. Sin embargo, otras zonas poseen alguna singularidad particular. Chinchilla constituía una de las poblaciones más importantes de la "kura" o distrito de Tudmir (Murcia), mientras que buena parte de la franja meridional montañosa de la actual provincia de Ciudad Real se integraba hasta época califal en la jurisdicción del distrito cordobés de Fahs alBallut o "Campo de las Bellotas". La meseta manchega, entre Sierra Morena y Toledo, solar plenamente andalusí hasta las primeras conquistas cristianas, se hallaba surcada por las principales vías o caminos que conducían a Córdoba, la capital omeya del Emirato y Califato. Territorio heterogéneo y diverso, por consiguiente, pero que tiene sentido unitario a la luz de la política territorial contemporánea, pues abarca, de norte a sur, desde la sierra de Guadalajara a las estribaciones de Sierra Morena, los límites extremos de la comunidad castellano-manchega. El subtítulo de la obra (Geografía y Toponimia) objetiviza sus contenidos. Se trata de relacionar determinados ámbitos geográficos con su toponimia patrimonial andalusí, diversa en su carácter y origen etimológico (prerromano, latino-romance, árabo-beréber). Por eso a la vez que recorre caminos geográficos de la Región, se detiene en su toponimia, complementada casi siempre por datos históricos, arqueológicos, paisajísticos o urbanos, a veces incluso legendarios.

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