Sinopsis
Esta obra es un análisis, desde el punto de vista psiquiátrico, de la locura y melancolía que envuelven a los protagonistas de una de las obras más importantes de Cervantes. José Luis Peset en este nuevo ensayo se enfrenta con la melancolía, un padecer con origen clásico que, temido como venenosa hidra, es cultivado en el Renacimiento, discutido en la Ilustración y recuperado en el Romanticismo. Relacionado con los viejos humores y temperamentos, también con el yugo de astros y estrellas que marcan a hombres y mujeres, el pesar melancólico se asocia luego con sus pasiones y la vida en sociedad. Reflejado en libros, músicas y pinturas, la medicina dialoga y pretende acogerlo en sus tratados y asilos. La melancolía parece refugiarse en alegres Arcadias, queriendo evitar la ciudad y la modernidad, pero el dolor hasta allá alcanza. El regalo cervantino del Quijote como consuelo de melancólicos, se nos muestra en invitaciones a la risa y la palabra, pero también en exhortaciones al trabajo y al cuidado del alma y el cuerpo. La necesidad del quehacer moderno contrasta con el vagabundeo de hidalgo y escudero en los campos manchegos, o en alguna ciudad populosa; naturaleza y cultura siempre conversan, pues un gran diálogo se establece entre la medicina, la religión y las artes. El teatro y la novela, los tratados médicos, pedagógicos o morales, la música y la pintura se aúnan en intercambios de imágenes de ángeles, brujas o demonios melancólicos. En un largo camino fáustico, en las páginas de este libro veremos cómo adquiere Sancho Panza el saber y la melancolía gracias a su caballero Alonso Quijano. Sobre todo, aprenderá a «sacar a plaza» sus pesares, reuniendo sus alegres dichos y refranes con sueños y confesiones. El gran Sancho cervantino será heredado por un pequeño Sancho surgido en la Ilustración: ahora los médicos proporcionan diagnósticos y curaciones, mientras los clérigos y los moralistas aportan culpas y perdones. Melancolía, imagen y palabra se van construyendo juntas a lo largo del mundo moderno y, junto al rústico, la mujer ve también su alma troquelada.
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